Con un buen cuchillo corta el salmón en láminas bien delgadas.
Ponlas en una fuente o en dos platos, dispuestas una al lado de la otra.
Mete al refrigerador mientras sigues con lo demás.
Prende el hervidor con al menos 1 litro de agua: Mientras se calienta, corta el cebollín en rodajas diagonales, incluyendo la parte verde.
Arriba del lavaplatos, ponlas en un colador y echa encima un chorro de agua hirviendo, hasta que el hervidor quede vacío.
Inmediatamente, pon el colador bajo el chorro de agua fría y déjala correr hasta que los cebollines estén fríos.
Pásalos a un bowl, echa encima un chorrito de aceite de oliva, unas gotas de vinagre, mezcla y deja reposar.
Pica el ají verde o córtalo en rodajas, como prefieras.
Saca el jugo de 4 de los 5 limones de pica.
Saca el salmón del refrigerador.
Reparte encima y de manera pareja el cebollín y el ají verde.
Luego el jugo de limón (si no están muy jugosos dale con más), una cucharada de aceite de oliva, 1 cucharada de aceite de sésamo, 1 cucharada de miel de palma y 2 cucharadas de salsa de soya.
Puedes cargarlo más a uno de estos ingredientes si estás obsesionado con uno.
Termina con el sésamo negro y unas rodajas del limón de pica que sobró.
Sirve de inmediato o si no, refrigera porque se come heladito.